El mito sostiene que las estructuras escolares (currículo, clases explícitas, evaluación estandarizada, instrucción guiada) reprimen la originalidad, la imaginación y el pensamiento divergente; por tanto, para “salvar” la creatividad habría que relajar o eliminar esas estructuras. Esta idea suele ganar tracción por su “validez aparente” e intuición, de modo similar a otros mitos educativos populares (p. ej., estilos de aprendizaje) que gozan de aceptación pese a carecer de respaldo científico.
1. La creatividad requiere conocimiento de dominio y práctica deliberada
La evidencia sintetizada en psicología educativa muestra que la creatividad valiosa no es una facultad genérica que emerge de la mera libertad, sino la recombinación original de conocimiento bien organizado dentro de un dominio. En términos prácticos: a más dominio conceptual y procedimental, más potencial creativo. La escuela, cuando enseña de forma explícita, sistemática y contextualizada, construye justamente esa base.
Corolario: abandonar la enseñanza estructurada o el dominio de contenidos con la esperanza de “liberar” creatividad es contraproducente. Las prácticas desestructuradas (p. ej., descubrimiento puro sin bases) incrementan la carga cognitiva y dificultan el aprendizaje, especialmente en novatos, 388. Por el contrario, andamiaje, instrucción directa y práctica guiada liberan recursos cognitivos que más adelante habilitan la exploración creativa, 246, 313.
2. Los mitos sobre cómo aprenden los alumnos distorsionan la práctica
“Leyendas urbanas” como “los estudiantes saben mejor” y deben autogestionar al máximo su aprendizaje no están respaldadas por la evidencia y, si se adoptan sin criterio, pueden perjudicar el aprendizaje (incluida la creatividad). Forzar un alto grado de control al estudiante sin preparación ni andamiaje suele ser contraproducente; el control compartido, progresivo y guiado por el docente es más efectivo.
El caso de los “estilos de aprendizaje” ilustra el problema: la investigación rigurosa no encuentra la interacción cruzada que la hipótesis requiere; preferir una modalidad no implica aprender mejor con esa modalidad. Basar decisiones en preferencias o autoinformes poco fiables lleva a prácticas ineficaces, no a más creatividad.
3. Lecciones de otros mitos contemporáneos
“Nativos digitales” y “multitarea” son creencias atractivas pero infundadas. Suponer que el alumnado domina tecnologías o puede “multitarea” sin coste lleva a diseños que dispersan la atención y empeoran el aprendizaje; la evidencia muestra que cambiamos de tarea y pagamos un peaje cognitivo que perjudica el rendimiento y la adquisición de conocimiento, base de la creatividad. De ahí la importancia de que el profesorado decida de forma consciente cuándo y cómo usar la tecnología en función de objetivos de aprendizaje.
Es decir, cuando la práctica educativa se apoya en mitos o intuiciones mediáticas, no en investigación, se entorpece el desarrollo de los mismos cimientos (conocimiento, automatización de habilidades, metacognición) que hacen posible la producción creativa.
Fomentar creatividad desde la evidencia:
Construir dominio profundo: priorice el conocimiento declarativo y procedimental del área; la creatividad emerge de la maestría, no de la carencia de estructura.
Enseñanza explícita y andamiaje: modelar estrategias, hacer visible el pensamiento experto y graduar el apoyo para reducir carga cognitiva en novatos; aumentar gradualmente la autonomía a medida que hay dominio.
Contextualizar y conectar: usar analogías y tareas auténticas para integrar nuevos conceptos en esquemas existentes, facilitando comprensión profunda y posterior recombinación creativa.
Gestión atencional: minimice el cambio de tarea y la distracción tecnológica durante el estudio; diseñe condiciones que protejan la atención sostenida, clave para consolidar conocimiento.
En una encuesta nacional a 2193 docentes en servicio, “la escuela mata la creatividad” tuvo un 27.88% de adhesión (de acuerdo con la afirmación falsa), y un 72.62% de rechazo correcto (identificaron la afirmación como falsa). Aunque es uno de los mitos menos respaldados del conjunto, su presencia en más de una cuarta parte del profesorado indica la necesidad de desarrollo profesional que aborde explícitamente creencias infundadas y fortalezca el razonamiento basado en evidencia.
La escuela no mata la creatividad. Más bien, cuando se apoya en principios de la psicología cognitiva, crea las condiciones para que la creatividad florezca: conocimiento sólido de dominio, habilidades automatizadas, estrategias metacognitivas y oportunidades de aplicación auténtica. El reto no es “quitar estructura”, sino diseñar una estructura que enseñe con claridad, reduzca la carga innecesaria y abra espacio real para pensar y crear.