La idea de que los estudiantes poseen “inteligencias múltiples” y que debemos adaptar la enseñanza a su perfil (p. ej., lingüística, musical, espacial) se ha popularizado como práctica inclusiva, pero carece de validación científica como guía de instrucción y se considera un neuromito en estudios con docentes en servicio en Ecuador.
La persistencia del mito se ve reforzada por documentos oficiales y lineamientos que solicitan incluir “estilos de aprendizaje” e “inteligencias múltiples” en los perfiles del alumnado y adaptar metodologías en consecuencia, otorgando legitimidad institucional a la propuesta.
Las creencias erróneas sobre aprendizaje alteran la toma de decisiones pedagógicas, consumen tiempo limitado y desplazan estrategias con evidencia para la retención y la transferencia, con el riesgo de reducir oportunidades de aprendizaje.
Ecosistema y legitimación: cuando políticas, modelos institucionales y plantillas oficiales incluyen inteligencias múltiples, los centros y el profesorado perciben la exigencia de implementarlas, amplificando su difusión “de arriba abajo”.
Formación y materiales: la capacitación rotulada como “neuroeducación” y la exposición a contenidos de neurociencia pueden, paradójicamente, ir acompañadas de mayor adhesión a neuromitos si los materiales simplifican o transmiten de forma inexacta los hallazgos, un patrón observado en el estudio ecuatoriano y en otras jurisdicciones.
Lenguaje “neuro-seductivo”: los neuromitos se apoyan en narrativas verosímiles sobre el cerebro, lo que facilita su aceptación si no se trabaja la refutación explícita y la evaluación crítica de afirmaciones educativas.
Acceso y barreras idiomáticas: gran parte de los recursos rigurosos están en inglés; muchos docentes acuden a blogs o libros no revisados por pares, aumentando la exposición a interpretaciones erróneas.
En una encuesta nacional a 2193 docentes en servicio, el 91.81% respaldó la afirmación “los estudiantes aprenden más eficazmente cuando la enseñanza se adapta a sus inteligencias múltiples”
Refutación explícita con alternativas viables
Emplear secuencias de refutación: afirmar el mito (p. ej., “enseñar por inteligencias múltiples mejora el aprendizaje”), explicar por qué suena plausible, presentar la evidencia que lo desconfirma y ofrecer la alternativa aplicable en aula, usando textos de refutación y lectura crítica como componente central de la formación.
Reemplazar “adaptación según las inteligencias múltiples” por diferenciación basada en variables relevantes: conocimientos previos, nivel de pericia y necesidad de andamiaje, con estrategias de eficacia demostrada (enseñanza explícita, ejemplos resueltos, práctica de recuperación, espaciado/intercalado).
Fortalecer el núcleo de la ciencia instruccional
Diseñar capacitaciones y el desarrollo profesional docente que enseñe los principios de carga cognitiva, guiado para principiantes y cuándo abrir la indagación para alumnado más experto. Esto dota de criterios para rechazar propuestas sin evidencia como las inteligencias múltiples y evita “mutaciones letales” de prácticas efectivas.
Alinear el sistema (política, plantillas y recursos)
Auditar y revisar documentos escolares y guías internas para eliminar requerimientos de “perfiles de inteligencias múltiples” o “estilos” y sustituirlos por criterios de diferenciación basados en evidencia (diagnóstico de conocimientos previos, objetivos claros, andamiaje, evaluación formativa).
Curar repositorios institucionales con síntesis validadas y traducciones accesibles de recursos revisados por pares, reduciendo la dependencia de fuentes populares no rigurosas.
Desarrollo de alfabetización crítica
Institucionalizar las rutinas de “afirmación–evidencia–alternativa” y un umbral mínimo de respaldo empírico antes de adoptar innovaciones “basadas en el cerebro”. Y practicar la evaluación de calidad de fuentes de los cursos de actualización.
Planificaciones sin secciones de “inteligencias múltiples” ni “perfiles VAK/IM”, reemplazadas por diagnóstico de conocimientos previos, objetivos de aprendizaje, secuencias de modelado y práctica guiada, y calendarios de recuperación espaciada.
Observación de aula con menor tiempo dedicado a actividades “por tipo de inteligencia” y mayor presencia de modelado explícito, ejemplos resueltos y práctica con retroalimentación.
La adaptación por “inteligencias múltiples” no mejora el aprendizaje y actúa como neuromito arraigado por su atractivo y su legitimación en políticas; la vía efectiva es sustituirla por diferenciación basada en conocimientos previos y estrategias con sólida evidencia (enseñanza explícita, ejemplos resueltos, práctica de recuperación y espaciado), a la vez que se reforma la formación, los documentos institucionales y los hábitos de evaluación crítica de la evidencia.