La “pirámide del aprendizaje” afirma que diferentes métodos de enseñanza producen tasas fijas de retención, por ejemplo: 5% para clases magistrales, 10% para lectura, 20% para audiovisuales, 30% para demostraciones, 50% para discusión, 75% para práctica y 80–90% para “enseñar a otros”, sugiriendo que cuanto más “activo” es el método, mayor es la retención en proporciones estables y universales. Esta representación, muy difundida en infografías y manuales, suele atribuirse erróneamente al National Training Laboratories o a Edgar Dale, pese a que tales porcentajes no provienen de datos empíricos válidos ni de la obra de Dale.
No hay base empírica para los porcentajes: no se disponen de datos que los respalden.
Confusión con el “cono de experiencia” de Edgar Dale: la pirámide es un malentendido del cono de Dale, que describe un continuo de lo más abstracto a lo más concreto en soportes de representación, sin asociar tasas de retención ni prescribir jerarquías de eficacia.
Evidencia metodológica en contra: análisis académicos han refutado la pirámide de aprendizaje y la sitúan entre las “leyendas urbanas” educativas. Su atractivo radica en su simplicidad, no en su validez científica.
Inutilidad para la toma de decisiones: incluso si los porcentajes fuesen verdaderos (no lo son), no ofrecen guías accionables, pues una misma lección integra múltiples formatos (es decir, explicación, texto, audiovisual, demostración, discusión), haciendo imposible derivar una “receta” fiable a partir de cifras fijas.
En lugar de confiar en porcentajes míticos, la investigación recomienda apoyarse en principios instruccionales con base empírica (p. ej., práctica de recuperación, andamiaje en pequeños pasos, activación de conocimientos previos, práctica guiada y retroalimentación), ajustados a la materia, al objetivo y al nivel de pericia del alumnado.
La creencia en la pirámide de aprendizaje está ampliamente extendida entre docentes en servicio en Ecuador: en una muestra nacional de 2.193 docentes, el 72,39% la consideró verdadera, situándola entre los mitos pedagógicos más prevalentes junto con “aprendizaje por descubrimiento” y “nativos digitales”.
Evite fundamentar decisiones en porcentajes de retención fijos; no existen datos válidos que los respalden.
Seleccione métodos en función de la naturaleza del contenido, los objetivos (comprensión, transferencia, automatización), la carga cognitiva y el nivel de conocimiento previo del alumnado, combinando estrategias cuando sea pertinente.
Si encuentra materiales o formaciones que usen la pirámide como argumento, pida la fuente empírica y verifique su validez; la literatura académica la considera una “leyenda urbana” educativa.
Adoptar prácticas basadas en evidencia y abandonar la pirámide de aprendizaje contribuye a mejorar la calidad de la instrucción y a evitar que mensajes seductores pero infundados orienten la enseñanza.